Una vez más, fiel a la costumbre, llega nuestra Semana
Grande, no solo la de los vecinos del Pueblo, sino la de tantos y tantos
familiares que tuvieron que abandonar su tierra años atrás, para buscar su
futuro lejos de Albendín, y que por regla general vuelven a sus raíces en estos
días señalados para acompañar en lo más grande que tiene nuestro pueblo. Su
Semana Santa.
Cada año que pasa, uno se va haciendo mayor, son muchas las
ocupaciones y preocupaciones, que se tienen a lo largo del día, pero se saca
unos minutos de donde se tenga, sin esfuerzo para atender las obligaciones
semanasanteras. Aunque uno esté muy cansado, solamente con sacar el tema
“Hermandad”, en cualquier conversación, se autorecargan las pilas, y se tiene
nuevamente cuerda para un tiempo.
La Semana Santa actual, que tiene nuestro pueblo, es digna
de mención, y de protección. Muy pocos son los municipios que con tan escaso número
de habitantes, pueden dar cabida y participación a tantas Hermandades. Y eso es
un bien que debemos de proteger, mantener y preservar a lo largo de las
generaciones.
La labor de educar en los valores por parte de nuestros
mayores, han hecho posible, que esta tradición, esté pasando de generación en
generación, como un bien preciado inmaterial se tratase, y ahora, somos
nosotros, los que debemos trasmitirla a nuestras generaciones venideras, a
nuestros hijos, sobrinos, familiares….. para que con el mismo mimo y cariño con
la que la tratamos, y cuidamos, se siga
tratando en el futuro.
“Virgen de la Esperanza, acuérdate de todos nosotros, de los
que estamos aquí, de los que se fueron contigo allá arriba, de los que este año no pueden
venir, de los enfermos, de los necesitados, e incluso de los que no creen en tí… cuídalos, y cuídanos. Haz que tengamos todos
una Pascua de Pasión y Resurrección de Cristo distinta, que nos acerquemos más
a tí, y a tu Hijo Salvador, que la vivamos intensamente, como si no hubiese un
mañana, con más fe si cabe, ya que de esa forma, seguro, todos seremos más
felices y dichosos esos días.”
Ya que la Virgen forma parte de nuestra vida diaria, nos
acompaña, nos ayuda, nos protege, es nuestra Madre y nuestra amiga.
Sentimientos, peticiones, emociones, es todo lo que va
ocurriendo cuando se va preparando todo
para nuestro gran día, son muchas cosas las que se nos vienen a la cabeza….
Madre mía,
los exámenes de nuestros hijos.
Madre mía, que no nos falte el trabajo.
Madre mía, mira por todos nosotros.
Madre mía, salud para mis padres y para toda mi familia…
Madre mía,
cuida a los que tienes contigo en el cielo
Letanía interminable que se interrumpe a cada paso ¡Qué guapa está la
Virgen!...
Y cuando la labor se termina, y todas las personas que la visten se van yendo.
Y cuando ya no queda nadie, y estamos Tú y yo a solas.
Mi alma reposa en tus manos.
¡Qué refugio! ¡Qué alegría! ¡Qué tranquilidad! ¡Qué felicidad! Madre Mía
Desde este escaparate al mundo, que me ofrece esta revista
Miserere para dar la bienvenida a todos a nuestra Semana Santa, no quiero dejar
la oportunidad, de invitaros a vivir con nuestra Hermandad, los actos que se
tienen en Honor a nuestra Titular, nuestra Madre, la Virgen de la
Esperanza, tanto en el Sábado de vísperas del Domingo de
Ramos, como el Jueves Santo por la noche, seguro que merece la pena.
En la cumbre del
Gólgota, al pie de la cruz estaba, la Madre triste y llorosa y el discípulo a
quien tanto quería. “Jesús dijo: Mujer ahí tienes a tu hijo. Luego dijo al
discípulo: ahí tienes a tu Madre” (Jn. 19,26-27).
Un saludo.
David
Morales Ariza