martes, 22 de marzo de 2016

Ante tí, Esperanza, Madre Buena



Yo no sé, Esperanza Madre Buena, que pensar
En esa sonrisa tuya apenas asomada
Tras tu callado llanto, tras tu mudo rezar
Tras tu inocencia en un corazón crucificado.
Esa sonrisa suave y llena de pesar
Por la invisible espada de hielo traspasada
Tu hijo yace muerto, crucificado y torturado,
Por nuestra sucia, cruel y ciega ira,
En mi mano la lanza y los clavos despiadados,
Esa furia insaciable que contra Dios delira
Descargando, sobre Él, el peso del pecado...
¿Y aún me miras así tu, Esperanza Madre Buena?
¿Con esos bellos ojos, me miras así, tan dulcemente?
Desde ese hondo dolor, sereno y sonriente
La suavidad de tu perdón ¡más fuerte me condena!
Tus ojazos de niña me taladran diciendo:
Hijo mío ¿qué has hecho? ¿qué has hecho de tu hermano?
¿Por qué tratas así al hijo mío que te quiere?...
Madre que sufres y lloras sonriendo.
¡Mirad si hay un dolor igual al suyo entre lo humano!
Sufre y desfalleces, sí Esperanza Madre Buena,
Estás llorando, en tu inocencia, inerme y desgarrada,
Porque amas a los que a tu Jesús están crucificando.
Tú doncella de Dios, por Trinidad amada,
Sufres y desfalleces, si, tú Esperanza Madre Buena
Más tu lo haces perdonando.

                                       Un Hermano de la Esperanza.

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